Que no sería una boda convencional fue lo primero que pensamos cuando hablamos con Raúl y Olga, los protagonistas de esta historia.
Solo fue necesario una entrevista para darnos cuenta de lo fácil y divertido que serían los preparativos y que esa primera cita solo sería la antesala de una gran boda.
Ellos, nuestros novios, tenían muy claro cómo querían que fuese su boda. Tuvimos que hacer algunos cambios de última hora, adaptarnos a las circunstancias para que todo estuviera perfecto.
Querían una boda entrañable, con mucho estilo y, por supuesto, que estuviera llena de pequeños detalles. Querían un día inolvidable y, sin duda, lo consiguieron.
Raúl quería muchos dulces, en cantidades inconmensurables. Olga no quería que faltara queso de oveja. Teníamos que llegar a un acuerdo entre todos. Al final, conseguimos alcanzar un punto intermedio y en la celebración no faltó absolutamente nada. De hecho, sobró amor y mucha, mucha complicidad. Son estas pequeñas anécdotas las que nos permiten conocer a nuestros novios y estar más cerca de ellos.
Gracias por darnos la oportunidad de participar en vuestro gran día, por abrirnos las puertas de vuestro hogar, por hacernos tan agradable nuestro trabajo, por permitirnos opinar y participar de manera tan activa en los preparativos, por darnos la oportunidad de disfrutar siendo mediadores entre el dulce y el salado y, sobre todo, por confiar en nosotros.
¡Una boda espectacular! ¡Felicidades Raúl y Olga!
Son muchas las tradiciones que hacen que las bodas judías sean tan especiales. Es la celebración dónde el jatán y la kalá, el novio y la novia, se convierten en una sola alma. Un momento lleno de simbolismo y significado para la comunidad judía, donde las tradiciones forman parte imprescindible de la celebración.
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